16 agosto 2021
Cuando se habla de vinos, se suele pensar inconscientemente en un buen Rioja, o en un sugerente Ribera del Duero. Sus viñedos, localización geográfica y clima favorable, hacen de estas denominaciones de origen, una seguridad en su calidad.
Pero ¿qué ocurre en las Islas Canarias que vitivinícolamente hablando son tan atractivas? Su ubicación, condiciones climatológicas adversas, el origen volcánico de su suelo, las altas temperaturas, cercanía al mar y muy pocas precipitaciones a lo largo del año, hacen de ellas un lugar, en principio, poco propicio para el arte de hacer vino.
Las islas constituyen un viñedo muy singular, a la vez que magnífico para el cultivo de la uva. Su secreto reside en la gran cantidad de microclimas que las envuelven, acompañado de los vientos alisios, que terminan de generar un ambiente fresco y una humedad permanente. Con todos estos factores, se logra que los vinos que se generan sean únicos.
Ni siquiera la Filoxera ha podido derrumbar lo que consiguió hacer en otras partes de España entre 1870 a 1907. Este parásito de la vid, acabó con muchas de las variedades de uva que existían antiguamente. Sin embargo, la plaga no llegó a afectar a Canarias y, como consecuencia de ello, las cepas y variedades de uva existentes por aquellos años, persisten hoy en nuestros campos, haciendo de su enología, una de las más particulares que se puedan degustar.
Si nos referimos a las denominaciones de origen, cabe destacar como claves fundamentales su localización y diversas altitudes, gracias a las cuales se crean caldos de los más variados aromas y sabores.
Si hacemos un recorrido por las islas, encontramos muchos contrastes. Hasta once denominaciones de origen, si contamos con la D.O.P. Islas Canarias, recorren el archipiélago canario de punta a punta.
Ninguna de las islas es igual a otra y claramente tampoco lo serán sus vinos, aromas, sabores y forma de elaborarlos.
La Geria de Lanzarote, paisaje protegido, y su malvasía única en el mundo. Gran Canaria, que poco a poco ha ido recuperando después de varias décadas esa tradición vinícola y la identidad de sus vinos. La Palma y sus tierras volcánicas de Fuencaliente o del norte ofrece vinos únicos impregnados del carácter de su gente y del terruño de cepas viejas que viajaron a América ya muchos años atrás. La Gomera y su forastera casi endémica. El Hierro, que desde Echedo a Frontera, con su baboso negro, babosa blanca, verijadiego negra y blanca, regala unos vinos acordes al encanto de su gente y paisajes que quitan el aliento. Y, Tenerife con sus cinco denominaciones de origen de diferentes características, desde Taganana hasta Teno y desde su listán prieto a la tintilla pasando por aromas a roca mojada de la marmajuelo, son territorios apasionantes que descubrir e imposibles de degustar en un folio y medio.
Son muchas las posibilidades que las Islas Canarias ofrecen a los amantes de la vid. Sus paisajes y campos, gente y sus costumbres y, por supuesto, sus características climatológicas y geográficas, le han regalado el reconocimiento a ser únicas en este mundo o arte del vino y su peculiar manera de elaborarlo.
Listán negro, negramol, tintilla, vijariego negro, listán prieto, listán blanco, malvasías, albillo criollo… son algunas de las variedades que se mantienen creciendo en los viñedos de Las Afortunadas.
Habrá que ir haciendo catas verticales de este a oeste y de norte a sur. No solo volcanes y bonitas costas regalan a la vista las Islas Canarias. Maridemos la vida con una buena copa de vino. Yo hoy me pido un vijariego negro. ¿Y ustedes
Pues yo me pido lo mismo para brindar con Juan y felicitarlo por su artículo y su gran conocimiento sobre nuestro vinos.
Enhorabuena por la revista
Muchas gracias Mercedes. Cuando quieras.
Mmmmm…Con este entrante, ¿quién puede resistirse a una copa?….
La verdad es que si.
Como bien dices,vinos isleños de extrema calidad que tenemos ,por su diversidad ,calidad,y uvas que no se encuentran en otros lugares.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo
Con este calor, creo que un buen blanco bien frío. De Güímar o de el Hierro.
Para gustos, sabores. O seco o afrutado pero bien frío. Lo que venga después ya se verá.
Lo de bien frío es discutible según gusto, pero en ambos casos un Ferrera seco de Güimar o un Orchilla o un Uwe blanco seco de El Hierro son magníficas opciones.
Muh bueno. Y muy bien todo.lo que dice aunque no.lo habia pensado. Por eso la diversidad de vinos
Muchas gracias por el comentario
En breve espero disfrutar de estos maravillosos vinos. Un saludo.
Me ha encantado el artículo y he descubierto variedades de vinos que ni sospechaba que existían. Toca ahora ir probando todos esos vinos, aunque como dice la canción «despacito».
Gracias Juan Antonio por hacernos partícipes de tu gran conocimiento en la materia