22 diciembre 2020
Isabel Rodríguez Calvin es una empresaria nacida en un pueblo de Asturias, que aterrizó en Tenerife para iniciar una nueva aventura dentro del sector de la restauración: abrir el restaurante La Posada, en la calle Méndez Núñez, 61. Su vocación como empresaria y su pasión por la gastronomía han logrado que La Posada “de Isabel” sea todo un clásico de la capital tinerfeña.
¿Dónde naciste, cuál es tu “patria chica”?
Nací en Asturias. Soy del pueblo Taramundi.
¿Te llaman de alguna otra manera, tienes algún pseudónimo?
No, se dirigen a mí como Isabel, aunque me asocian a La Posada y de ahí que se refieran a mi restaurante como La Posada de Isabel.
¿Cuál es el primer ingrediente, plato o sabor de la cocina que recuerdas de tu infancia?
El primero recuerdo que tengo de infancia con especial cariño son los asados y estofados que se hacían en mi casa.
Por el contrario, ¿tienes algún producto o plato que no puedes tragar o al que le tienes manía desde tu infancia?
Sí, no puedo con los caracoles.
¿Algún ascendiente que fuera cocinero o “cocinilla” en tu casa: abuela, abuelo, madre, padre…?
Sí. Mi abuelo materno tenía un pequeño negocio de restauración, una tasca.
¿Cuándo y cómo empezaste a interesarte por la gastronomía y, más concretamente, por la cocina?
Comencé a interesarme por la gastronomía cuando tenía 28 años aproximadamente. Yo ya conocía productos autóctonos y estaba vinculada a la gastronomía por mi hermano, que fue uno de los pioneros en abrir negocios de hostelería en Tenerife. Decidí dar el salto a Tenerife y apostar por la gastronomía abriendo La Posada y a día de hoy estoy muy contenta.
¿Cómo aprendiste a cocinar, quién te enseñó los primeros pasos?
En mi casa de Asturias se hacía la matanza y es me daba mucha visión sobre la cocina. Luego, hice cursos de cocina en Asturias y cuando me vine a Canarias estuve trabajando en el restaurante el Mesón del Marqués, en el sur de Tenerife. Estuve al lado de grandes chefs y se puede decir que de ellos aprendí gran parte de lo que sé hoy en día.
¿En qué momento de tu vida supiste o llegaste a la conclusión de que querías ser cocinero?
A ver, yo soy empresaria por vocación, pero me apasiona el mundo de la cocina y llegué a la conclusión de que se podía ser las dos cosas abriendo un restaurante, así que abrí La Posada, del que soy la propietaria, pero también la jefa de cocina. Actualmente tengo 11 empleados con mucha clientela de años, así que no creo que haya sido tan mala idea la de invertir en el restaurante.
De todo lo que has aprendido y cómo lo has aprendido… ¿qué crees que es lo más importante a la hora de formarse en cocina?
Es una pregunta complicada, porque todo en cocina es importante, pero te diría que lo más importante es que la persona sea organizada, limpia, tenga control y esté pendiente del producto y se asegure de que está en buenas condiciones para servirlo lo mejor posible.
¿Crees fundamental o importante que un cocinero domine algún idioma complementario al suyo propio?
Sí, es un complemento interesante y es bueno contar con personal que conozca mejor otras culturas e idiomas. Yo cuento en el restaurante La Posada, con empleados de otros países.
Volviendo a la infancia y repasando tu trayectoria, ¿tienes algún recuerdo gastronómico que recuerdes especialmente de tu infancia?
El recuerdo gastronómico más especial es el de los banquetes de los cumpleaños, porque antiguamente las celebraciones eran distintas, no en cualquier momento podías disfrutar de un gran manjar y la ocasión perfecta era en los cumpleaños. Me encantaban las rosquillas de anís caseras que me preparaban para ese día.
¿Cómo es la cocina que te gusta, la que te hace feliz, la que te llena y te motiva profesionalmente?
Me gusta la cocina tradicional española. Integrada y actualizada.
En cuestión de paladares… ¿tienes algún sabor que te marque o que te haya marcado?
El sabor de los diferentes tipos de carne, pescado como el bacalao, un tartar de atún.
En aromas… ¿tienes algún olor que te atraiga especialmente en la cocina?
El olor de la empanada recién hecha, el del pan caliente, especias, jengibre, aceite de oliva. Durante mi infancia, viví rodeada de panaderías en mi pueblo y el olor que desprendían me marcó especialmente.
¿Crees en el concepto llamado “cocinero integral” que tanto elabora entrantes y principales como panadería y pastelería?
Sí creo en el concepto llamado “cocinero integral”. El trabajo en equipo en los restaurantes pequeños es fundamental y también que sepan un poco de todo. Todo el personal debe estar integrado y saber un poco de todo.
¿Cuál es tu especialidad en la cocina, la receta que mejor te sale en el restaurante La Posada?
Tal vez la fabada asturiana, el atún a La Posada o las croquetas de jamón ibérico sean los platos que mejor me salen.
Hay quien ha conquistado a su pareja por la cocina, siendo un poco románticos… dime un pato para enamorar.
Considero que el enamoramiento es un cúmulo de cosas, no solo depende de la cocina. Las parejas se suelen conocer en los restaurantes y el plato tiene que darse en el momento, por lo que no se te decir un plato que sea ideal para enamorar, depende de la persona y de las circunstancias del momento.
¿Es complicado conciliar la vida de pareja o familiar con la profesión de cocinero?
Hoy es menos complicado que antes, porque hay reducción de horarios y la profesión está más regulada, pero sigue siendo complicado conciliarlo.
Recuerdas algún episodio que puedas considerar como todo un éxito tuyo en la cocina…
Un episodio de éxito fue cuando el chef Ferran Adrià vino al restaurante La Posada y le preparamos un menú canario que le gustó mucho. Quedamos muy satisfechos.
Recuerdas algún episodio, si lo has tenido, de fracaso en la cocina…
No recuerdo ningún episodio de fracaso. Un plato puede salir mejor o peor, pero siempre intentamos que salga lo mejor posible.
Si es que lo tienes, ¿cuál es tu ingrediente “fetiche” o el que te da buena suerte en tus platos?
A parte de contar con un buen aceite, no puede faltar un buen producto.
Cuando te metes en los fogones cada día, ¿sueles pensar en algo o en alguien?, ¿para quién cocinas?
Cuando estoy cocinando pienso en mis clientes. Conozco el gusto de mucha de mi clientela y puedo saber a través de la comanda, sin ver quién está sentado, de quién se trata.
Como hay gustos para todo… ¿cómo te gusta que te llamen: cocinero, jefe de cocina, chef, chef ejecutivo…?
Isabel, aunque mi equipo me llama jefa, je, je, je.
¿Qué opinas de la llamada cocina “kilómetro cero? ¿Es un concepto que llevas a la práctica en tu día a día profesional?
Soy partidaria de apostar por el producto local, porque tenemos muchos productos buenos y hay que disfrutarlos como, por ejemplo, pescados y quesos. Cierto es que hay otros productos que tenemos que comprar fuera por no encontrar en la Isla.
¿Tienes algún deseo o sueño gastronómico que te gustaría hacer realidad como cocinero?
Quiero viajar a más países como Japón, para conocer insitu las cocinas de esos países.
Si un hijo tuyo te dice que quiere ser cocinero y dedicarse profesionalmente a la cocina, ¿qué le dirías?
En mi caso, mi hija ya lo eligió y decidió ser abogada.
¿Quieres añadir algo más?
Me gustaría terminar esta entrevista dando las gracias a mis clientes por la trayectoria de 28 años en el restaurante La Posada.