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Serie histórica sobre La Gesta. Primer parte: Santa Cruz hace 225 años 25 de julio, una gesta gastonómica (I parte) La ciudad que Nelson intentó invadir hace 225 años tenía 6.000 habitantes que se alimentaban básicamente de gofio y pescado salado, ya que la carne de cabra estaba reservada para las clases más pudientes
El 25 de julio de 1797 las tropas inglesas lideradas por el ilustre comandante Horatio Nelson intentaron invadir Santa Cruz. El ataque fue repelido por el general castellano Antonio Gutiérrez, el puñado de soldados que tenía a sus órdenes y un conjunto de ciudadanos valientes, entre los que había agricultores, pescadores y artesanos. La contienda fue fugaz y acabó con buen sabor de boca. Los mandos militares de ambos bandos se despidieron con cartas cargadas de diplomacia e intercambiaron manjares gastronómicos que han pasado a la historia de aquella Gesta. El 25 de julio se enfrentaron la colosa Royal Navy y una pequeña ciudad de pescadores radicalmente distinta a la actual en todas sus facetas, incluida la culinaria.
Recreación de la invasión de las tropas inglesas lideradas por Horatio Nelson y repelido por las tropas del castellano Antonio Gutiérrez
Laura Docampo / GastroCanarias
25 julio 2022

Hoy celebramos el 225 aniversario de la Gesta del 25 de Julio, como se denomina al intento fallido de la marina británica de invadir Santa Cruz de Tenerife. La ciudad sobre la que se asomó la Royal Navy en aquellos días de julio de 1797 nada tenía que ver con la de hoy. En la isla no había municipios y todo dependía administrativamente de La Laguna. Santa Cruz era entonces un pequeño pueblo de pescadores con el frente marítimo fortificado para protegerse de los ataques de piratas y potencias rivales, que comenzaba a crecer gracias a tu puerto. 

Maqueta de Santa Cruz en 1797. Museo Histórico Militar de Canarias. Santa Cruz de Tenerife.

La ciudad había comenzado a ganar importancia tras la erupción del volcán de Trevejos, que en 1706 sepultó al puerto de Garachico. Todo el tráfico se redirigió al puerto de Santa Cruz, que llegó a convertirse en el más importante del Archipiélago. La bonanza comercial del muelle hizo florecer una nueva clase social: la burguesía. Pronto, el poder político y militar establecido hasta entonces en La Laguna comenzó a desplazarse hacia Santa Cruz, que ya era el motor económico de la Isla.  

La ciudad que Nelson pretendía invadir tenía 6.000 habitantes y ,según el historiador Luis Cola Benítez, un kilómetro y medio de largo por 700 metros de ancho. Se extendía hasta la ermita de Regla por el sur, hasta la actual calle San Martín por el norte, y hacia arriba llegaba hasta la actual calle Suárez Guerra. Las calles principales eran San Francisco y Castillo. Había unas 800 casas, todas pintadas de blanco. Las de los ricos eran de dos plantas y las de los plebeyos, pequeñas y muy humildes. 

El pueblo llano vivía como podía y comía lo que encontraba más a mano, especialmente gofio y pescado salado, ya que la carne era un lujo que solo las clases acomodadas podían permitirse. En Anaga se cultivan papas bonitas, que habían llegado de América, al igual que el tomate y los plátanos. El comercio de vino canario estaba en decadencia, ya que los ingleses habían cerrado un acuerdo con los portugueses hacía un siglo que benefició al oporto en detrimento del malvasía canario. La ganadería estaba enfocada en la cría de cabras y había unos 360 ejemplares. Como no había matadero público, las reses se sacrificaban en los patios y huertas de las casas, hasta que se prohibió esta costumbre, y se ordenó que sólo se hiciera en la desembocadura del barranco de Santos. Había una pescadería en el muelle. Las verduras, frutas y hortalizas se vendían cerca de lo que hoy es la esquina del edificio Olympo. El pan se elaboraba en cada casa y entre las frutas destacaban lo higos maduros, como una de las más consumidas.  El agua se traía desde Anaga por medio de canales de madera que llegaban hasta la actual calle Dr. Guigou y continuaban por El Pilar hasta el puerto. 

Durante los años previos a la llegada de Nelson, en Santa Cruz hubo mucha miseria y hambre. Los cereales escasearon por la sequía y sucesivas plagas de langostas. En paralelo, hubo distintas pandemias que causaron miles de muertes y esto produjo un éxodo de gran parte de la población de Lanzarote y Fuerteventura hacia Santa Cruz. Convertidos en indigentes, los recién llegados, eran alimentados gracias a la caridad. Cada día, se servían 1.500 raciones de comida.

El 90% de la población de Santa Cruz era analfabeta. La gran mayoría eran jornaleros, trabajadores del puerto, marineros, pescadores, labradores y pastores, artesanos y pequeños comerciantes. En 1789, el puerto contaba con 33 comercios al público, nueve de ellos mayoristas. En aquel entonces, la  esperanza de vida era de 34 años para los hombres y 41 años para las mujeres. Se entiende así perfectamente que, por ejemplo, el general Antonio Gutiérrez, con 68 años en 1797, fuera considerado por los tinerfeños como un verdadero anciano, frente a su rival, Horatio Nelson, de 39. 

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