14 septiembre 2016
Como ya se ha comentado con anterioridad en otras citas de trufas y jareas, una de las mejores costumbres de nuestro país es el tapeo o tomar unas cañas, y si es en una barra, mejor que mejor. Pero, ¿todo esto sería posible hacerlo en un país donde reina la paz y la tranquilidad?.
Armonía, saber estar, riqueza cultural, frío o amabilidad son algunas de las características que envuelven a los países nórdicos. Noruega es ejemplo de todo ello. Su gente seria, siempre servicial y amable forma parte de la cultura que envuelve al país escandinavo.
Noruega, es bien conocida por sus paisajes únicos y de interés mundial y constituye uno de los destinos más solicitados a la hora de planear unas vacaciones. Y, es que los fiordos noruegos, no pasarán desapercibidos para ninguna de las personas que se adentre en ellos a bordo de un ferry, o simplemente se dedique a recorrer su litoral en coche con el fin de obtener las mejores instantáneas que quedarán para el recuerdo durante toda la vida.
Pero Noruega, no solamente se caracteriza por paisajes idílicos, fiordos maravillosos de aguas color turquesa, cataratas o unos senderos que quitan la respiración ante las maravillas naturales que ofrecen a nuestra vista. En el país escandinavo existen algunos rincones de mucho gusto culinario que, junto con un producto fabuloso propio de estas tierras, serán lugares muy apetecibles para pasar una buena velada, huyendo del frío que la calle y la mar, siempre cercana, acompañan de forma incesante durante la mayor parte del año.
Stavanger, lugar donde se esconde la roca Preikestolen o Púlpito, que se encarga de vigilar el sobrecogedor Lysefjord, compite con otras ciudades del país en cuanto a actividad urbana y cultural se refiere.
En Stavanger existe un pequeño rincón de muy buen hacer culinario llamado Kita Deya Vu by Nigth, del chef Øyvind Næsheim, que permite olvidarnos de todo y disfrutar durante un buen rato sentados en sala, o mejor aún en la barra.
Porque la barra de un bar siempre esconde infinidad de historias y en el caso de Kita, no podía faltar la de su fantástico chef, quien mientras iba cocinando su concierto de comida noruego nipona, nos habló sobre su pasado y cómo llegó nuevamente a su ciudad para construir Kita Deya Vu by Night.
Hace 12 años, Øyvind Næsheim emigró de Stavanger, su ciudad natal, para dedicarse a este mundo tan apasionante y duro de la gastronomía y decidió hacerlo a modo de Sushiman. Ha recorrido medio mundo durante su formación. Londres o Hawai han sido algunos de sus lugares de residencia. Pero tras todo este periplo gastronómico, un buen día decidió volver al Norte, a Noruega, y en concreto a su tierra, Stavanger, donde su cocina no pasa desapercibida para nadie.
Restaurante Kita es un paraíso de fusión nórdica y nipona. En Kita se podrá disfrutar del mejor arte del sushi del país asiático, a base de productos locales escandinavos. Un fabuloso sashimi de fletán, salmón o bacalao, tendrá como único paso hasta nuestros sentidos salir del mismísimo fiordo y llegar a los cuchillos del chef Øyvind Næsheim, quien lo preparará como si en el País del Sol Naciente nos encontrásemos.
El menú degustación, aunque extenso, es de matrícula de honor dada su originalidad. En dicho menú, el chef combina a las mil maravillas el producto local con salsas asiáticas y servirá un pescado cortado a la perfección que alternará con muchas texturas diferentes.
En Kita se podrá contemplar cómo cada elaboración es desempeñada con mimo y esmero, al mismo tiempo que se interactúa con los artífices de las mismas.
Tacos de cangrejo real, sashimi de fletán con jalapeño, salmón orgánico con yuzu y miso, un pastel de pescado tempurizado con katsuobushi como topping o un pescado del día con teriyaki y foei son algunos de los ejemplos que harán de Kita un obligatorio si se vive o si se viaja al precioso país de los fiordos.
Paisajes, mar, fiordos, lluvia, riqueza cultural, amabilidad y ser un ejemplo donde el mundo debería mirar, son algunas de las características propias del pueblo noruego; Pero, ¿hay hueco para la buena mesa?. Por supuesto, así que habrá que subir al Púlpito de la cocina e ir a Kita.