23 junio 2016
El término árabe “halal” hace referencia al conjunto de prácticas permitidas por la religión musulmana. Aunque el término en sí engloba a todo tipo de prácticas, es comúnmente asociado a los alimentos aceptables según la “sharia”, o ley islámica. El término opuesto, aquel que expresa las prácticas «pecadoras», es el conocido como “haram”.
Entre los alimentos prohibidos está la carne de cerdo y, para que cuente con la certificación Halal, la de oveja o cabra debe cumplir con un ritual y condiciones como que el animal no vea el instrumento con el que va a ser sacrificado o que en ese momento su cabeza mire hacia la Meca.
Y por si no lo, saben, hay que decir que este tradicional ritual se respeta y cumple con una serie de animales en el Matadero Insular de Tenerife, que depende de la consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo de Tenerife, que regenta Jesús Morales Martínez.
Contado y aclarado lo anterior, debo decirles que la comunidad musulmana en Tenerife, que creo sigue presidiendo Hassan Acheb Benejemi y que conforman más de cincuenta mil personas, están de sabrosa enhorabuena. Ellos y, por supuesto, el prestigioso veterinario palmero, Juan Francisco Capote, presidente de la Asociación Caprina Mundial y gran gourmet.
Digo lo anterior porque lo de la certificación Halal lo han captado bien dos grandes hermanos carniceros teguesteros, Bernard y Stephan Baggerman Rodríguez, a los que se les ha ocurrido que, al no poder consumir la mortadela “de toda la vida” (tradicionalmente de cerdo), los musulmanes tenían derecho a probarla de alguna otra manera.
Por ello pensaron en las cabras canarias debidamente sacrificadas cumpliendo con el término “halal” y han inventado la “cabradela” o mortadela de cabra. La “cabradela” de los hermanos Baggerman, además, no tiene ni un solo aditivo que sea “no halal”.
Me dicen que la comunidad musulmana está más que agradecida por la iniciativa, por el nuevo producto y, sobre todo, por lo buena que está la “cabradela”, que pueden encontrar en la propia carnicería de Bernard y Stephan Baggerman, que está en la calle de Santo Domingo, en La Laguna, muy cerquita de la Plaza del Adelantado.
Felicidades a Bernard y Stephan Baggerman por esta iniciativa. Podemos decir que, gracias a ellos, Tenerife ha aportado un sabroso invento gastronómico a la dieta musulmana.